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Canadá se posiciona como epicentro de un repunte sin precedentes de sarampión

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En el año 2025, Canadá se ha establecido sorpresivamente como el líder occidental en cuanto a casos de sarampión, con más de 3,800 contagios confirmados, sobrepasando a Estados Unidos, a pesar de contar con una población notablemente más pequeña. Esta circunstancia ha hecho que Canadá se coloque entre los diez países con mayor índice global, lo cual preocupa a las autoridades sanitarias, trabajadores de la salud y a la sociedad en general.

El caso de Kimie, una bebé de cuatro meses residente en Alberta, es un reflejo de esta problemática. Diagnosticada con sarampión tras una visita rutinaria al hospital, su situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de los menores que aún no han alcanzado la edad para recibir la vacuna correspondiente. Su madre, indignada y preocupada, ha sido una de las voces ciudadanas que ha pedido un mayor compromiso colectivo con las campañas de inmunización.

Un contagio sin igual desde la eliminación del virus

La reaparición del sarampión en Canadá rompe con décadas de avances en salud pública. Desde que la enfermedad fue declarada erradicada en 1998, el país había experimentado solo brotes esporádicos. Sin embargo, la cifra de casos en 2025 ha superado ampliamente los registros anteriores, incluido el último pico significativo en 2011, cuando se reportaron alrededor de 750 casos.

Las provincias de Alberta y Ontario han concentrado la mayoría de los contagios, seguidas por Manitoba. En Ontario, el brote se originó a finales de 2024, tras el regreso de una persona infectada que asistió a un evento multitudinario en una comunidad religiosa. En el caso de Alberta, la rápida propagación del virus ha impedido rastrear su punto de inicio con precisión, lo que evidencia debilidades en los sistemas de vigilancia epidemiológica regionales.

Las bajas tasas de vacunación como factor clave

Uno de los elementos que más preocupa a las autoridades es la disminución en la cobertura de la vacuna triple vírica (SPR), que protege contra sarampión, paperas y rubéola. Diversos especialistas coinciden en que las tasas de inmunización han descendido significativamente desde la pandemia, especialmente en zonas rurales y comunidades con acceso limitado a servicios de salud o con creencias culturales específicas.

La reticencia a vacunarse, impulsada por la desinformación y la desconfianza institucional, ha sido identificada como uno de los principales impulsores del brote. En el sur de Alberta, por ejemplo, la administración de vacunas SPR se redujo casi a la mitad entre 2019 y 2024. Este fenómeno, combinado con interrupciones en los programas de vacunación infantil durante la pandemia, ha dejado a una proporción considerable de la población susceptible al virus.

Impacto en comunidades religiosas y culturales

Una porción significativa de los incidentes ha estado concentrada en las comunidades menonitas del suroeste de Ontario. En estas poblaciones, donde ciertas familias conservan reticencias hacia la medicina contemporánea, los índices de vacunación han sido tradicionalmente más bajos. Sin embargo, profesionales de la salud que actúan en estas áreas subrayan que no se trata de una negativa total: numerosos integrantes han optado por vacunarse, pese a que la difusión de rumores y la carencia de información verificada siguen complicando los intentos de prevención.

La desconfianza también se alimenta de experiencias negativas previas con el sistema de salud, que algunas comunidades perciben como excluyente o insensible a sus realidades culturales. Esta brecha entre las autoridades sanitarias y ciertas poblaciones ha limitado la efectividad de las campañas de inmunización actuales.

Respuesta institucional y desafíos pendientes

Dado el serio desarrollo del brote, en ciertas regiones se están implementando acciones. Alberta, por ejemplo, ha disminuido provisionalmente la edad mínima para recibir la vacuna contra el sarampión, con el fin de salvaguardar a los más jóvenes antes de lo usual. También, se ha fortalecido la transmisión de información a través de boletines y anuncios en la prensa local.

No obstante, la reacción institucional ha sido más moderada en contraste con la que se implementó durante la pandemia de COVID-19. A pesar del incremento reciente en la demanda de vacunas, los especialistas indican que la situación necesita un enfoque más proactivo, enfocado en recuperar la confianza del público y fortalecer la cobertura de vacunación de forma continua.

Un llamado a la acción colectiva

El resurgimiento del sarampión en Canadá representa un recordatorio contundente de que las enfermedades consideradas controladas pueden regresar si se debilitan las barreras de inmunización. La historia de Kimie y de miles de niños afectados refleja no solo una crisis sanitaria, sino también un desafío social más amplio: la necesidad de fomentar la responsabilidad compartida en la protección de la salud pública.

Mientras el país continúa enfrentando los efectos de este brote, profesionales de la salud, comunidades y gobiernos deben trabajar en conjunto para revertir la tendencia actual. La vacunación no solo protege a quienes la reciben, sino también a quienes, por su edad o condición médica, no pueden hacerlo por sí mismos. Reforzar esta idea en todos los niveles de la sociedad es clave para evitar que crisis como esta se repitan en el futuro.

Por Otilia Adame Luevano