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Modernizar leyes y más Justicia para mantener a Panamá fuera de listas y atraer inversión

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En un contexto global cada vez más exigente en materia de transparencia y cumplimiento normativo, Panamá ha intensificado sus esfuerzos para mantenerse fuera de las listas internacionales que sancionan deficiencias en la lucha contra el lavado de dinero, la evasión fiscal y el financiamiento del terrorismo. El país centroamericano ha lanzado una estrategia centrada en la modernización de su marco legal y el fortalecimiento de su sistema judicial, con el objetivo de preservar su competitividad como centro financiero y destino atractivo para la inversión extranjera.

Las autoridades panameñas reconocen que mantenerse fuera de listas restrictivas como la del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) o la de la Unión Europea es esencial no solo para evitar obstáculos en las transacciones internacionales, sino también para consolidar la imagen del país como una jurisdicción seria y confiable. En ese sentido, la aprobación y ejecución de reformas legales se han convertido en una prioridad política y técnica.

Uno de los elementos fundamentales de esta estrategia ha sido la revisión de las regulaciones vinculadas a la prevención del lavado de dinero, el cumplimiento tributario y la transparencia corporativa. En tiempos recientes, Panamá ha adoptado leyes que requieren una debida diligencia más estricta por parte de los sujetos obligados, regulan con mayor precisión a los beneficiarios últimos de las sociedades anónimas, y refuerzan la supervisión de sectores sensibles como el inmobiliario, abogados, contadores y casinos.

Además, se ha promovido la digitalización de los registros públicos y procedimientos judiciales como una manera de incrementar la eficiencia, trazabilidad y control de las actividades. Las reformas también han tenido el objetivo de reducir la duración de los procesos legales, fortalecer la capacidad del Ministerio Público para indagar delitos económicos y aumentar la autonomía del sistema judicial.

El compromiso con la justicia no se limita al ámbito penal. Se han establecido nuevos estándares de gobernanza, rendición de cuentas y ética pública, orientados a mejorar la percepción del país tanto interna como externamente. Estas medidas han sido bien vistas por organismos internacionales y por actores del sector privado que valoran la seguridad jurídica como un componente esencial para el desarrollo económico.

Simultáneamente, se ha colaborado de cerca con entidades multilaterales y aliados estratégicos, que han estado involucrados en los procedimientos de análisis y orientación técnica. Esta colaboración ha facilitado la detección de deficiencias estructurales y ha promovido su subsanación de forma organizada, previniendo acciones sancionadoras que puedan limitar la participación del país en el sistema financiero internacional.

El sector empresarial ha mostrado su respaldo a esta agenda de reformas, al considerar que una regulación más robusta y una justicia eficiente favorecen la confianza del inversor y contribuyen a generar un entorno de negocios más competitivo. Para los gremios productivos, la estabilidad legal y el cumplimiento internacional no son obstáculos, sino factores clave para atraer capital, generar empleo y diversificar la economía.

Panamá, que históricamente ha sido un nodo clave para el comercio y los servicios financieros en América Latina, entiende que su permanencia como plataforma regional depende cada vez más de su capacidad para alinearse con las normas globales y evitar los riesgos reputacionales. El desafío no solo es salir de listas grises o negras, sino evitar reincidencias que comprometan el esfuerzo ya realizado.

En ese marco, las autoridades han reiterado su voluntad política de continuar con las reformas necesarias, garantizando un equilibrio entre la apertura económica y el cumplimiento de los más altos estándares internacionales. La meta es consolidar una economía moderna, transparente y competitiva, que genere oportunidades y estabilidad para todos los panameños, al tiempo que proyecte confianza y credibilidad ante la comunidad internacional.

Por Otilia Adame Luevano