Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar y personalizar su experiencia y para mostrar anuncios (si los hay). Nuestro sitio web también puede incluir cookies de terceros como Google Adsense, Google Analytics, Youtube. Al usar el sitio web, usted consiente el uso de cookies. Hemos actualizado nuestra Política de Privacidad. Por favor, haga clic en el botón para consultar nuestra Política de Privacidad.

Nuevo formato en el Mundial M20: impacto para Uruguay pensando en 2026

https://a2.espncdn.com/combiner/i?img=photo20241026r1406221_1269x714_169.jpg

El rugby juvenil a nivel internacional se encamina hacia una transformación significativa con la introducción de un nuevo formato para el Mundial M20 a partir de 2026. La modificación del esquema competitivo no solo representa un ajuste técnico dentro del calendario internacional, sino que también abre una oportunidad inédita para selecciones emergentes como Uruguay, que ve en esta reestructuración una plataforma para consolidar su crecimiento en el rugby de base.

A partir de 2026, el torneo M20 se dividirá en dos niveles claramente diferenciados: el Campeonato Mundial M20, que reunirá a los doce mejores equipos juveniles del planeta, y el Trofeo Mundial M20, que servirá como segunda división con igual número de participantes. Esta reorganización permitirá establecer un sistema más dinámico de ascensos y descensos entre ambos certámenes, asegurando un flujo competitivo más justo y la posibilidad de medir fuerzas entre selecciones con niveles similares.

Para Uruguay, cuya selección juvenil —conocida como Los Teritos— ha demostrado un notable avance en los últimos años, este nuevo panorama es especialmente alentador. El cambio amplía las posibilidades de participación en competencias de alto nivel, incrementa las oportunidades de desarrollo para los jugadores jóvenes y fortalece el camino hacia una estructura sólida de formación que ya viene mostrando resultados en categorías mayores.

Históricamente, el equipo juvenil uruguayo ha participado con frecuencia en el Trofeo Mundial, y en ediciones anteriores ha estado cerca del ascenso al campeonato principal. Con el nuevo sistema en marcha, el margen para consolidar su lugar entre las potencias intermedias se amplía. Además, la posibilidad de enfrentar con más regularidad a selecciones fuertes del hemisferio sur o de Europa agrega valor al proceso competitivo de una camada que en los últimos ciclos ha mostrado un rendimiento prometedor.

Desde una perspectiva estratégica, esta modificación también representa una ventaja para las federaciones que, como la uruguaya, han apostado a proyectos a largo plazo. El acceso constante a competencias internacionales con un marco estable de ascenso-descenso permite planificar ciclos de entrenamiento más eficaces y enfocados en el rendimiento sostenido. A su vez, facilita el seguimiento de los talentos desde edades tempranas hasta su proyección hacia la selección mayor.

La decisión de ajustar el formato responde a un análisis más amplio del desarrollo global del rugby juvenil. Se busca, por un lado, garantizar más partidos de calidad a nivel internacional para los equipos en desarrollo, y por otro, diversificar la exposición de jóvenes talentos a escenarios competitivos exigentes. En este contexto, países como Uruguay, Georgia, Namibia, Portugal y Japón se perfilan como beneficiarios directos de un calendario más robusto.

El Campeonato Mundial M20 se disputará de manera anual, lo que también fortalece el proceso de formación. Los equipos ya no tendrán que esperar largos periodos entre torneos para medir sus habilidades frente a sus iguales, permitiendo una valoración más rápida del avance técnico y físico de cada grupo. Esta asiduidad incrementará la demanda para el personal técnico y los jugadores, pero igualmente proporcionará condiciones óptimas para afianzar el aprendizaje y el desarrollo competitivo.

Uruguay, que en el último ciclo logró consolidar un sistema mixto de desarrollo entre clubes, centros de alto rendimiento y acuerdos de cooperación internacional, se prepara para capitalizar esta nueva etapa. La integración paulatina de jugadores juveniles en el sistema profesional de franquicias regionales y el mayor contacto con competencias internacionales adultas ya comienzan a dar frutos, y la nueva estructura del M20 se convierte en un escalón adicional hacia el alto rendimiento.

El anuncio de la modificación ha sido bien recibido dentro del entorno del rugby internacional, con la expectativa de que impulse una mayor equidad y evolución en el deporte. Para selecciones como la uruguaya, representa una oportunidad concreta para posicionarse de forma más estable entre las naciones que alimentan el crecimiento del rugby fuera del núcleo tradicional.

El enfoque está ahora en los siguientes dos años de preparación, con el objetivo definido de clasificarse y competir al máximo nivel juvenil en 2026. Con un proceso en desarrollo, una base de talentos firme y una estructura que se profesionaliza día a día, Uruguay se destaca como uno de los actores emergentes del ciclo renovado del rugby juvenil mundial.

Por Otilia Adame Luevano